Trujillo en Línea (Por: fray Héctor Herrera) ¿Habrá Dios en el corazón del hijo que teniendo dinero no ayuda a su madre? Se pregunta Rosa, que se dedica sola al cuidado de su madre. ¿Cómo amar hoy a Dios y a su imagen en el ser humano? “Reconoce hoy, y aprende en tu corazón, que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro” (Dt 4,39).
El Dios de Jesucristo es amor, que nos ama a todos con ternura, porque somos obra de sus manos. Él es comunión de amor. Y quien no ama la vida de su hermano “no ha conocido a Dios, ya que Dios es amor” (1 Jn 4,8). El amor de Dios se concretiza en la comunión de personas que se aman y extienden su amor a los demás.
“La familia es imagen de Dios, que en su misterio más íntimo no es una soledad, sino una familia. En la comunión de amor de las tres Personas divinas, nuestras familias tienen su origen, su modelo perfecto, su motivación más bella y su último destino” (D.A. No. 434). Jesús se realizó en el corazón de la familia. Buscaba siempre a las personas para comunicarles el amor de Dios su Padre y enseñarnos como descubrirlo en la creación, en el don de las personas.
Por eso escoge discípulos. Y allí en Galilea donde había proclamado al Dios vivo, se presenta a sus discípulos, como nos dice el evangelio de Mt 28,16-20. Se acerca y se postran.
“Se me ha concedido plena autoridad en el cielo y la tierra (v. 18). Se ha constituido en Señor y ha recibido el “nombre sobre todo nombre” (Fil 2,9-11). Su Padre le ha dado el poder (Mt 11,27) “El Padre ha puesto todo en sus manos” (Jn 13,3), muestra la profunda intimidad con su Padre: “Todo lo que es mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío”(Jn 17,10). Jesús les da la triple misión: 1) “Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos”. Es anunciar que con la resurrección de Cristo, el reino de Dios ha llegado y ha comenzado un nuevo tiempo.
El evangelio se transmite con gestos; es seguir el comportamiento de Jesús que da la vida por sus amigos. Es practicar el mensaje de amor y de solidaridad que nos lleva a la común unión de personas. 2) “bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (v. 19).
La fe se vive en comunidad. Es renacer a una vida nueva en Cristo crucificado y resucitado. Es comprometerse con Cristo y con la comunidad; 3) “enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre hasta el fin del mundo” (v 20). Como hijos, amamos ese rostro del Dios de la vida, del amor, de la misericordia que Jesús nos ha revelado. Él estará siempre con nosotros, porque nos ha dado un Espíritu de libertad que nos hace clamar “Abbá”, Padre.
Por eso la Iglesia de Jesús es una comunidad esencialmente misionera. Es ponernos en camino para acoger al otro, es sentirnos amigos, hijos de un mismo Padre, que confesamos la unidad de “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, entre todos, en todo” (Ef. 4,5-6).
Sólo si nos dejamos guiar por el Espíritu (Rom 8,14), sabremos reconocer la presencia de Dios en cada ser humano, reconoceremos su dignidad y libertad y veremos que cada ser humano es una imagen de Dios.
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