Las heridas y los abandonos de los padres inciden en la carne viva de los hijos

Sábado, 25 Julio 2015 - 10:30am

Trujillo en Línea.- En las últimas catequesis del Papa Francisco, habló de la familia que vive las fragilidades de la condición humana, la pobreza, la enfermedad, la muerte. Ofrecemos sus reflexiones sobre las heridas que se abren en el interior de la convivencia familiar. Es decir, cuando dentro de la propia familia nos hacemos daño unos a otros. ¡Es la cosa más fea!

Sabemos bien que en ninguna historia familiar faltan momentos en los cuales la intimidad de los afectos más queridos es ofendida por el comportamiento de sus miembros. Palabras y acciones ¡y omisiones! que en vez de expresar amor, lo quitan o, peor todavía, lo mortifican.

Cuando estas heridas, que son todavía remediables se descuidan, empeoran: se transforman en prepotencia, hostilidad, desprecio. Y en este punto pueden transformarse en laceraciones profundas que dividen al esposo y la esposa, e inducen a buscar en otro lado comprensión, apoyo y consuelo. ¡Pero a menudo estos “apoyos” no piensan en el bien de la familia!

El vaciamiento del amor conyugal difunde resentimiento en las relaciones. Y a menudo la desunión “cae” encima de los hijos.

LOS HIJOS

A pesar de nuestra sensibilidad aparentemente evolucionada, y de todos nuestros refinados análisis psicológicos, me pregunto si no nos hemos anestesiado también con respecto a las heridas del alma de los niños. Cuanto más se trata de compensarles con regalos y dulces, más se pierde el sentido de las heridas – más dolorosas y profundas – del alma.

Hablamos mucho de trastornos del comportamiento, de salud psíquica, de bienestar del niño, de ansia de los padres y de los hijos. ¿Pero sabemos todavía qué es una herida del alma? ¿Sentimos el peso de la montaña que aplasta el alma del niño en las familias cuyos miembros se tratan mal y se hacen mal, hasta romper el vínculo de fidelidad conyugal?

¿Qué peso tiene, en nuestras elecciones –elecciones equivocadas, por ejemplo– qué peso tiene el alma de los niños? Cuando los adultos pierden la cabeza, cuando cada uno piensa sólo en sí mismo, cuando papá y mamá se hacen mal, el alma de los niños sufre mucho, experimenta un sentimiento de desesperación. Y son heridas que dejan una marca para toda la vida.

En la familia, todo está relacionado estrechamente: cuando su alma está herida en algún punto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer que se han comprometido a ser “una sola carne” y a formar una familia, piensan obsesivamente en las propias exigencias de libertad y de gratificación, esta distorsión afecta profundamente el corazón y la vida de los hijos. Tantas veces los niños se esconden para llorar solos…

Cuando el hombre y la mujer se transformaron en una sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del papá y de la mamá inciden en la carne viva de los hijos.

Por otra parte, es verdad que hay casos en los cuales la separación es inevitable. A veces puede volverse incluso moralmente necesaria, cuando se trata de sacar al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de una situación en la que padecen las heridas más graves causadas por la prepotencia y por la violencia, por el desaliento y por la explotación, por la ajenidad y la indiferencia.

No faltan, gracias a Dios, cónyuges que, sostenidos por la fe y por el amor a los hijos, dan testimonio de su fidelidad a un vínculo en el cual han creído, a pesar de que parezca imposible hacerlo revivir. Pero no todos los separados sienten esta vocación. No todos reconocen, en la soledad, una llamada del Señor dirigida a ellos.

A nuestro alrededor encontramos diversas familias en situaciones llamadas ‘irregulares’ –no me gusta esta palabra- y nos hacemos muchas preguntas. ¿Cómo ayudarlas? ¿Cómo acompañarlas? ¿Cómo acompañarlas para que los niños no se conviertan en rehenes del papá o de la mamá?

Pidamos al Señor una fe grande, para mirar la realidad con la mirada de Dios; y una gran caridad, para acercarnos a las personas con su corazón misericordioso». (Traducción Radio Vaticano)

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