Trujillo en Línea.- Los discípulos después de la Pascua, vuelven a Galilea. Allí donde Jesús, había comenzado su predicación, la Iglesia naciente comienza su misión. Al verlo se postran y lo adoraron, algunos dudan. Jesús se acerca a ellos, como hoy se acerca a nosotros para confiarnos una misión: comunicar una buena noticia.
El Papa Francisco, ha denominados esta 54 JMCS: PARA QUE PUEDAS CONTAR Y GRABAR EN LA MEMORIA (CF. EX 10,2). LA VIDA SE HACE HISTORIA.
Jesús ha entrado en nuestra historia. El mismo Jesús hablaba de Dios no con discursos abstractos, sino con parábolas, narraciones breves, tomadas de la vida cotidiana. Aquí la vida se hace historia y luego, para el que la escucha, la historia se hace vida: esa narración entra en la vida de quien la escucha y la transforma. El Evangelio pide al lector que participe en la misma fe para compartir la misma vida. El Evangelio de Juan nos dice que el Narrador por excelencia —el Verbo, la Palabra— se hizo narración: «El Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado» (cf. Jn 1,18).
“La historia de Cristo no es patrimonio del pasado, es nuestra historia, siempre actual. Nos muestra que a Dios le importa tanto el hombre, nuestra carne, nuestra historia, hasta el punto de hacerse hombre, carne e historia. También nos dice que no hay historias humanas insignificantes o pequeñas. Después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina. En la historia de cada hombre, el Padre vuelve a ver la historia de su Hijo que bajó a la tierra. Toda historia humana tiene una dignidad que no puede suprimirse. Por lo tanto, la humanidad se merece relatos que estén a su altura, a esa altura vertiginosa y fascinante a la que Jesús la elevó” (Mensaje de Francisco 24.1.2020).
Las primeras comunidades cristianas ven en la ascensión al cielo, la realización plena en Cristo. (Hech 1,11), es un llamado a ser testigos en esta dura prueba de coronavirus y preguntarnos ¿Quién es mi prójimo en este nuevo mundo? La comunicación tiene que ser fraterna, abierta, responsable y respetuosa del otro.
La Iglesia de Jesús es una comunidad de amor, misión misericordiosa y samaritana. Sentimos la experiencia de ser hijos por el amor del Padre, ser hermanos de Jesús, llamados a la misión por el poder del Espíritu Santo de comunicar y construir un mundo más humano frente a una cultura dominante que pone los ídolos del poder, la riqueza, el placer, la vanagloria por encima de la persona.
“Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo nos dé un espíritu de sabiduría, ilumine los ojos de nuestro corazón para comprender la esperanza a la que hemos sido llamados” (Ef. 1,17-18). Dejémonos guiar por el Espíritu de la verdad, que animó a Santo Domingo de Guzmán, predicador de la gracia y la misericordia en la evangelización de los pobres, los pueblos originarios, el cuidado de la creación, aplicando la carta Laudato si, o cuidado de la creación en defensa de vida de la humanidad. (Fr. Héctor Herrera, o.p.)
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