Sábado, 20 Julio 2019 - 10:15am
Chimbote en Línea.- (Por: fray Héctor Herrera).- Lc. 10,38-42, presenta a Marta y María, quienes reciben con gran alegría a Jesús, como su huésped. Jesús nos llama la atención, Marta “la señora de casa” está muy ocupada en los quehaceres cotidianos, quería atender mejor a su amigo Jesús. María se sienta a los pies como discípula para escuchar al Maestro.
Marta interrumpe la conversación de Jesús con María “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? (v.40). Marta, te inquietas por muchas cosas, pero una cosa es necesaria. María escogió la mejor parte” (vv.41-42). Escuchar con el corazón y contemplar a Dios, en la vida cotidiana, en la naturaleza.
Contemplar a Dios en tanta belleza, que se está destruyendo la vida de los pueblos originarios por el desprecio a su vida, a los bosques y a todo lo que Dios ha creado. En la historia de la Iglesia, siempre hubo una honda preocupación por defender la vida y el hábitat de los nativos, que son personas con los mismos derechos que cualquier ciudadano, y no deben ser excluidos: “Ante la exclusión, Jesús defiende los derechos de los débiles y la vida digna de todo ser humano. De su Maestro, el discípulo ha aprendido a luchar contra toda forma de desprecio de la vida y de explotación de la persona humana” (DA. No. 112)
Ambas acogen a Jesús como huésped. Jesús nos da una lección hermosa sobre el verdadero sentido de la hospitalidad. A veces caemos en el peligro: preocuparnos por muchas cosas, un activismo, que no tenemos tiempo para escuchar y dialogar con Dios y los hermanos. Olvidamos que hay que guardar el equilibrio en saber escuchar a Dios en nuestra vida, contemplando su Palabra, sus gestos, actitudes y orando. Escuchar con el corazón a Jesús es contemplarlo en el rostro sufriente de los pobres. Es meditar y dialogar muy en serio sobre el futuro de nuestra Amazonía. No podemos ni debemos permitir la deforestación. Como pueblo de Dios tenemos que contemplarlo y tomar en serio el próximo sínodo pan amazónico.
“En la actualidad, el cambio climático y el aumento de la intervención humana (deforestación, incendios y cambios en el uso de suelo) están conduciendo la Amazonía hacia un punto de no retorno, con altas tasas de deforestación, desplazamiento forzado de la población, y contaminación, poniendo en riesgo sus ecosistemas y ejerciendo presión sobre las culturas locales” (Intrumentum laboris No. 16)
¡Cuántos misioneros, como el hermano de la Salle Paul Mc Auley, defendió a los pueblos originarios, amenazado de expulsión, el 2 de julio de 2010, fue asesinado este año! “Fui extranjero y me acogieron” (Mt 25,35). Contemplar a Dios en la vida de los pueblos, en la naturaleza es hacer vivo el reino de Dios, en defensa de la vida y del medio ambiente.
La hospitalidad se basa en la contemplación del rostro de Dios, escuchando y practicando su Palabra y en el encuentro con el hermano, dialogando, acercándonos a su realidad y proyectando cómo nos realizamos como personas, sin minusvalorar al otro, sino descubriendo en el otro a un hermano que se sienta acogido, amado y protegido. Sólo en la escucha y en diálogo descubrimos el tesoro que es Dios en nuestras vidas.
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