Trujillo en Línea.- En este artículo queremos ocuparnos de lo que podemos llamar a cuestiones estructurales que son vitales para entender lo sucedido en Bolivia en los últimos 14 años, pero que, en nuestro país han sido poco discutidas.
La nueva Constitución
Fue promulgada en el 2009, bajo el gobierno de Evo Morales. El 61% de la población la aprobó, mientras que el 39% votó en contra. Si bien el triunfo es claro a nivel nacional, no sucedió lo mismo a nivel regional pues el No obtuvo 60% en los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando.
En la Constitución se establece claramente que se procede a la refundación de Bolivia, lo que se hace “debido a la fortaleza de la Pachamama y gracias a Dios”. También que Bolivia será una República Plurinacional, reconociendo a las diversas etnias y nacionalidades. En el Artículo 6 se establece que la wiphala es también un símbolo del Estado de Bolivia, al lado de la bandera, el himno y el escudo de armas.
La base de esta refundación se asienta sobre el concepto del “vivir bien”, o “buen vivir”, que se origina desde mediados de la década del 80 en las poblaciones indígenas de los países andinos y que está en la Constitución de Bolivia del 2009 y en la Constitución de Ecuador del 2008. Puede decirse que es una variante tardía de las concepciones indigenistas de México y Perú que tuvieron su época de auge en los primeros 30 años del Siglo XX (1).
El buen vivir puede ser definido como una forma de vida en armonía con uno mismo (identidad), con la sociedad (equidad) y con la naturaleza (sustentabilidad). A partir de aquí se establecen variantes. Una de ellas es su carácter purista y otra es si el Estado debe definir y liderar el proceso de cambio. También tenemos una concepción ecologista y “pos desarrollista” que prioriza la sostenibilidad ambiental (2).
En este artículo no es posible analizar a fondo el concepto. Pero sí podemos decir, de un lado, que se trata de un hecho político y social de la más alta importancia (las “refundaciones” no suceden todos los días) y, de otro que el buen vivir es un concepto que resume una crítica y propone valores alternativos, recusando el propio concepto de “desarrollo” por sus orígenes occidentales y porque forma parte de la “colonialidad del poder” (Aníbal Quijano).
El concepto ha tenido acogida, sobre todo en los países andinos, con población indígena. Al mismo tiempo, diversos analistas consideran que en Bolivia se ha avanzado en la consecución de derechos ciudadanos, lo que incluye el desempeño en importantes cargos gubernamentales, lo que ha tenido un impacto positivo en las comunidades indígenas.
Dicho esto, como alternativa concreta el “buen vivir” es aún un concepto aspiracional que no contiene un conjunto de políticas públicas y roles definidos del Estado y del mercado. De hecho, tanto en Bolivia como en Ecuador, los gobiernos de Morales y Correa continuaron con la extracción de las materias primas, motivando fuertes críticas de muchos de sus seguidores iniciales debido a que habían pasado del “Consenso de Washington” al “Consenso de los Commodities”. Es decir, ante las necesidades económicas de la “coyuntura” dejaron de lado una de las banderas esenciales del “buen vivir”.
Los éxitos económicos del gobierno de Evo Morales
Este es un tema que sí ha sido ampliamente discutido. Tiene su origen en la recuperación de soberanía y la renta de los recursos naturales, después de la “guerra del gas” del 2002 y 2003 que causó más de 70 muertos y terminó con la huida del Presidente Sánchez de Lozada, siendo sucedido por su vicepresidente Carlos Mesa (el mismo que ha sido candidato presidencial en este proceso). Fue durante su gobierno que se convocó al referéndum que aprobó elevar la regalía del gas de 18 a 50%, recuperar la propiedad de los hidrocarburos y “resucitar” a YPFB (Ley 3058).
Más adelante, en el 2006, el nuevo Presidente Evo Morales renegoció los contratos de petróleo y gas y promulgó la nueva Constitución (2008). También se renegociaron los contratos de exportación de gas natural a Brasil y Argentina, en términos favorables y manteniendo la indexación del precio del gas exportado a los precios de los derivados del petróleo, a diferencia del caso peruano, que estuvo en manos de empresas privadas y no hubo indexación alguna.
Es importante destacar que la Constitución del 2009 establece de manera explícita la necesidad de la industrialización de los recursos naturales y la masificación del gas, llevándolo a todos los domicilios. En los últimos años en Bolivia se construyó una planta de amoniaco y úrea. En agosto de este año se establecieron las bases de la convocatoria a una licitación para una planta petroquímica de propileno y polipropileno, que seguramente quedará trunca. En lo que respecta a la masificación, la estatal YPFB ya tiene más de un millón de hogares conectados.
Las reformas del sector hidrocarburos constituyeron la base central de apoyo del crecimiento económico de Bolivia hasta el 2015, con un manejo ordenado de la política macroeconómica, fiscal y monetaria a tal punto que el FMI lo llenó de elogios en sucesivas ocasiones.
Este crecimiento económico se tradujo en la reducción de la pobreza, que del 2005 al 2018 bajó de 60 a 34%. De su lado, la pobreza extrema se redujo del 38 al 15% en el mismo periodo, con lo cual Bolivia batió el récord de la Región. También Bolivia tuvo los mejores índices de reducción de la desigualdad (coeficiente de Gini, medido con las Encuestas de Hogares) en toda la Región, bajando de 0.61 a 0.43 del 2002 al 2017, según la CEPAL (ver gráfico). Ningún otro país tuvo semejante desempeño: la desigualdad en Bolivia iguala ahora a la de Chile y Perú.
Además de la planta de amoniaco y úrea, así como de la planeada petroquímica, como parte de un plan de diversificación productiva, hace pocos meses se suscribió el contrato con la empresa china Sinosteel Equipment para explotar el hierro del Mutún y construir una siderúrgica con una inversión de US$ 546 millones. La construcción ya comenzó y la planta debe entrar en funcionamiento en el 2022.
En julio pasado Evo Morales visitó a Vladimir Putin. En esa ocasión se anunciaron negociaciones con la rusa Gazprom para atraer US$ 1,200 millones de inversión en la exploración del área Vitiacua (Chuquisaca), donde se estima que existen reservas de gas de 2,3 TCF. No se sabe si, ahora, este proyecto saldrá adelante.
Otro de los ejes que debiera impulsar la diversificación productiva es la explotación de las grandes reservas de litio del Salar de Uyuni. Como se sabe, el litio es el insumo central para las baterías que alimentan los autos eléctricos. Chile es el primer productor de la Región, seguido de Argentina. En Bolivia, que aún no extrae el litio, hay planes para su extracción con la alemana ACI Systems GmbH (Acisa) y otro con China para los salares de Pastos Grandes (Potosí) y de Coipasa (Oruro), con una inversión prevista de más de US$2000 millones.
El fin del superciclo de precios de las materias primas, que incluye al gas natural, comenzó a golpear a la economía boliviana desde el 2015. Los menores ingresos por exportaciones han incidido en la caja fiscal, mientras que la política económica mantenía un impulso anticíclico. Sin embargo, lo que se le critica al gobierno es la apreciación de la moneda en los últimos años, así como la necesidad de un mayor impulso a las inversiones del sector privado.
Los déficits fiscales y de cuenta corriente de la Balanza de Pagos -y la deuda externa- han crecido, haciendo cada vez más insostenible mantener el nivel de actividad económica de años recientes, así como los subsidios a los combustibles, principalmente al diésel. Todo ello “le pasó factura” al gobierno, lo que se agrega al desgaste propio del gobierno, que ya tenía 14 años.
El contexto político
Es en este contexto que el gobierno de Evo Morales plantea en el 2016 un proyecto de modificación constitucional para permitir al presidente o vicepresidente del Estado Boliviano postularse a ser reelectos. Morales perdió pues el "No" ganó con un total de 51%, mientras el "Sí" obtuvo el 49% de votos. Esta vez Chuquisaca y Oruro se sumaron a la “media luna” opositora a Morales.
Más adelante en el 2017 el Tribunal Constitucional dijo que el límite de dos periodos para el mandato presidencial constituía una violación a los derechos humanos del gobernante. Y autorizó a Morales a volverse a postular. Así las cosas, Morales logró torcer la voluntad de los votantes. Con ello, su alejamiento de sectores importantes de la clase media produjo una erosión cada vez mayor de su legitimidad como gobernante.
Igualmente grave resulta que el MAS no haya podido encontrar un candidato alternativo a Morales, de manera que no se tenga que depender de una sola persona, vale decir, de un caudillo que, supuestamente, es la única persona que puede seguir conduciendo el proceso de cambio. Recordemos que hace pocos días, desde México, el propio Evo Morales ha declarado que su candidatura era necesaria para consolidar el proceso; por ello necesitaba quedarse hasta el 2025 (3). ¿Y si después estima que el proceso ya no se consolida en el 2025 sino en el 2030, también se queda 5 años más?
La situación internacional en los últimos años se caracteriza por el ascenso de Trump al gobierno de EEUU y su abierta política contra valores fundamentales de la democracia, tales como el respeto a los derechos humanos (los migrantes, DACA), retiro del acuerdo nuclear con Irán, la preservación del medio ambiente (salió del COP 21), vejámenes a mujeres.
En el plano global Trump ha comenzado una guerra comercial contra China que es, en realidad, una guerra por la hegemonía global en el Siglo XXI. En ese marco se sitúa su política frente a América Latina, reviviendo la Doctrina Monroe, atacando a México, apoyando a Macri, a Bolsonaro. Y, claro, situándose en contra de Evo Morales –que tiene litio, que tiene buenas relaciones con China y Rusia- como parte de ese enfoque.
Las elecciones de octubre
Así las cosas, desde hace varios años la mano ya venía complicada para el MAS y las elecciones del 20 de octubre eran una batalla donde las fuerzas en pugna usarían todas sus armas para salir vencedores. No cabe ya aquí un recuento detallado de los resultados electorales en donde la oposición arguye que el gobierno cometió fraude, tergiversando los resultados.
Hasta donde se ha podido analizar, la OEA habla de graves irregularidades. Y una organización internacional (CEPR, 4) dice que la suspensión del conteo rápido (que se hace con actas, pero que no es el conteo oficial) la noche de las elecciones, cuando se había llegado al 82%, era una práctica normal en Bolivia. Afirman que el conteo oficial de las actas nunca se detuvo y que los resultados se ajustan a la realidad. Lo que cuestiona el CEPR es el rol jugado por la OEA en estas elecciones.
De lo que sí no queda duda alguna es que la “sugerencia” del Comandante en Jefe Williams Kaliman a Evo Morales para que renuncie es inadmisible pues se constituye en el hecho decisivo que lleva a su renuncia. Los hechos están allí. Hay ahora un gobierno de la derecha más reaccionaria, autoritaria y represiva, que, sin tener mandato alguno, apunta a revertir todas las políticas del gobierno de Morales. Con el apoyo del gobierno de Trump y de Bolsonaro, claro está. Y pareciera que con el apoyo velado y miedoso de otros gobiernos de la región, incluido el Perú.
Si el gobierno de Jeanine Añez pudiera, comenzaría por abolir la Constitución del 2009 para que no haya pachamama, buen vivir, wiphala ni indígenas buscando democracia. Solo Cristo y la Biblia que, claro está, no tienen culpa en ser usados de esa manera.
Por eso es importante no solo el hecho de decir si hubo o no hubo golpe. Tanto o más importante que condenar al nuevo régimen es comprender todo lo que han supuesto las transformaciones en Bolivia, así como los aciertos y errores del gobierno en este proceso. No debemos quedarnos solo en la condena del golpe.(Por Humberto Campodónico- Otra Mirada.pe)
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