Trujillo en Línea.- Apenas ha iniciado el año 2019 y ya son 6 mujeres, cruelmente asesinadas porque un hombre, en quien, en algún momento de su vida confió, decidió acabar con ella. A estas 6 mujeres, antecedieron otras 117, que fueron cruelmente asesinadas en el 2018 y a otras 247 que sobrevivieron al ataque asesino, con graves lesiones y sobre todo, con altas probabilidades de volver a ser atacadas.
Nadie puede negar que en el Perú se ha avanzado en términos normativos. Tal como se menciona en el Informe Defensorial 179, desde la aprobación de la 1ra ley 26260, sobre violencia familiar, aprobada en el 1993, hasta la ultima 30364 (2015) , que reconoce explícitamente la violencia contra la mujer, tal como lo establece la Convención Belen do Para (1995). Sin embargo, ni la violencia se ha reducido, como tampoco lamentablemente, ha significado una mejora en la oferta de los servicios, pues aun cuando los Centros de Emergencia Mujer, se han incrementado, adolecen de graves problemas como falta de personal por lo que aún no son visualizados por las mujeres como su primera referencia ante una situación de violencia.
Parte de razón tiene la Ministra Mendieta, cuando señala que la violencia hacia la mujer, no es un asunto de un solo sector, pero eso no elude que el principal garante debe ser el Gobierno y lamentablemente, los distintos gobiernos, muy poco han hecho tanto para cumplir con los compromisos internacionales, así como las obligaciones nacionales, haciendo de nuestras leyes, no solo marginales y/o inconexas para sectores como Salud, Educación, Trabajo, Interior, Justicia, Inclusión Social, Cultura, etc., que muy poco han hecho para transversalizar el enfoque de género en sus intervenciones y sobre todo, para combatir la alta tolerancia institucional a la violencia hacia la mujer, debido principalmente al nulo esfuerzo por exigir competencias en enfoque de género en los y las servidoras, así como de los y las funcionarios/as.
La muerte de una mujer, en manos de su pareja no puede seguirse viendo sólo como un asunto entre un agresor y una víctima, sino como un fracaso de la política pública y de la cadena de vulneración de los derechos que han ido marcando hasta su muerte. Es el fracaso de la política educativa por no haber protegido lo suficiente a la educación pública y hoy, más del 50% hayan tenido que desertar hacia la educación privada, de no haber hecho de la escuela en espacio básico para la transformación de relaciones entre hombres y mujeres, libres de estereotipos de género y de no haber evitado el crucial hito de desigualdad de las mujeres, que es el abandono escolar a causa del embarazo en adolescentes.
Es responsable el Ministerio de Salud, cuando muy poco ha hecho para avanzar no solo en la detección oportuna de violencia, cuando las mujeres visitan los establecimientos, sino también permitiendo que muchos profesionales impongan su desinformación y mitos en la consejería y provisión de método anticonceptivos, limitando su autonomía física de decidir cuántos hijos quiere tener e imponerle un nuevo embarazo, un aborto inseguro o un hijo no deseado, incrementando su dependencia y precariedad.
Son responsables los Municipios, cuyos alcaldes podrían convocar a las instituciones y organizaciones sociales para el desarrollo del Plan de Erradicación de Violencia en Contra de la Mujer, cuyas autoridades deberían conocer mejor que nadie sus comunidades, que podrían mapear las zonas de riesgo para las mujeres, que podrían habilitar a serenos y particularmente serenas, en la protección de niños, niñas y adolescentes en los espacios públicos para detectar situaciones de riesgo.
Y son responsables también el Ministerio de Economía, que desde hace varias décadas vienen decidiendo la política pública de todos los sectores y que muy poco han hecho de su parte para ampliar los aspectos preventivos, cuestionando más por falta de comprensión, que de evidencias, una mayor asignación en el famoso presupuestos por resultados.
Por lo tanto, es cierto que la responsabilidad no es de uno, pero tampoco, por lo menos en lo que se tiene que hacer hoy, sea de todos. En este momento, es del gobierno y en ello, no hay tiempo para la espera. (Por: Susana Chávez – Otra Mirada.pe)
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