Trujillo en Línea.- La selección de Perú está integrada por jugadores formados en el Perú, y los trabajos que se hacen en el Perú no son los que se requieren para competir en el primer mundo, lugar privilegiado por los países que comúnmente compiten en la Copa Mundial de la FIFA.
Cuando empezó la eliminatoria hoy llamada Clasificatorias Rusia 2018, los clasificados eran Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, selecciones superiores a la peruana sin dudas ni murmuraciones. Pelearíamos el repechaje con Colombia, Paraguay y Ecuador, sin haberle ganado a Venezuela y Bolivia: esa era nuestra realidad.
El más entusiasta hincha reconocía que el repechaje era nuestra alternativa. Para esta eliminatoria Burga ya estaba fuera de la Federación y eso le hizo mucho bien a la selección dado que cada decisión que se fue tomando se hizo buscando la conveniencia de la selección, lo que Burga y su mancha nunca hicieron.
Cuando Gareca llega al Perú, Ahmed ya estaba y sabía qué era trabajar en la Videna con tanto inútil ahí metido, gente que no tenía que estar pero que estaba y en algunos casos aún está.
Empezaron a llegar profesionales en determinadas materias que le daban solvencia al trabajo que se hace en logística, prensa, administración, marketing, medicina, trabajos de cancha, estadísticas, gerencia y otras materias que suman al trabajo de una selección de futbol de un país.
Quien defendió esa postura fue Juan Carlos Oblitas, pero quien aceptó las sugerencias fue Edwin Oviedo y su equipo de trabajo, incluyendo a Felipe Cantuarias, uno de los gestores anónimos.
Las decisiones políticas son fundamentales y se tomaron las adecuadas pero fue Gareca quien toma las mejores decisiones desde rodearse por un equipo de 4 apoyos en cancha, sumándole a ello comunicadores, nutricionistas, médicos, sicólogos, estadistas, cocineros y demás que conforman un equipo profesional multidisciplinario que mantiene a cada uno en su mejor función, lo que yo le llamo “la profesionalización del deporte”.
Se hicieron las cosas de manera eficiente, es decir, se asignó el mejor uso a los recursos escasos que teníamos y además, fuimos eficaces, es decir, se logró lo que se buscaba: un equipo.
Las dos Copas América fueron usadas para buscar el equipo que logre la clasificación. Ya en ese entonces, el papá de Renato Tapia, “don Lucho” me decía que Gareca debe trabajar con los jóvenes y Francesco Manassero me decía que Gareca debía buscar a aquellos jugadores que tuvieran hambre.
Los dos tenían claro que el proceso se sostendría con jugadores como Flores, Ruidiaz, Gallese, Trauco, Araujo, Advincula, Ascues, Benavente, Polo, Yordi, Yotún y la inclusión de tres experimentados.
Gareca también vio que el cambio era necesario con la discreción de alguien que sabe que un futbolista es de momentos, pero a estos nombres había que repotenciar sus fortalezas y el primer trabajo fue la parte emocional, es decir, aceptar quiénes somos, qué queremos y si estamos dispuestos hacer sacrificios para lograr un objetivo, y los convenció.
Perú, en sus últimos partidos empató con Argentina y con Colombia y por eso estamos en zona de repechaje y ambas selecciones son –hombre por hombre- muy superior a Perú y empatarles no es poca cosa. No es que seamos conformistas, todo lo contrario; Gareca es consiente que fue a la guerra con arcos y flechas pero que la eficiencia (saber administrar los pocos recursos y darles un buen uso) y eficacia (obtener resultados), además de la cuota de “suerte del campeón”, ahí donde se necesitaba que los demás actores como Brasil y Venezuela ganaran, lo tuvo y lo supo usar.
Nuestro país está invadido de corrupción e informalidad y el fútbol también lo está. El peruano no es exigente consigo mismo y eso también se refleja en el fútbol. El peruano quiere el máximo premio con el mínimo esfuerzo. Quiere que el Estado le provea de todo pero cuando puede lo saquea.
Dice un proverbio andino “un país que le exige más a sus futbolistas que a sus políticos, está condenado al fracaso”.
El día que le pongamos planificación al deporte, como se hizo con el Plan Colombia del 2010, donde regulemos al deporte como una forma de vida y no como una pichanga de fin de semana que termina en “chelas”, ese día podemos pensar en grande; por ahora, esta selección es lo que hay y hay esperanza de ir a Rusia 2018.
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