Trujillo: directora del CAR La Niña es reconocida por la Cámara de Comercio de La Libertad
La dedicación y entrega que durante más de 20 años ha prodigado a niñas y niños en situación de vulnerabilidad, como lo hace hoy a través del Programa Nacional Integral para el Bienestar Familiar (Inabif), le han valido a Blanca Castillo Martell para merecer una distinción por el Día Internacional de la Mujer.
El premio le fue otorgado por la Cámara de Comercio de La Libertad, pero dice que en realidad a ella no le pertenece, que le corresponde a los centenares de niñas que desde los albergues, como el Centro de Acogida Residencial (CAR) La Niña, han sabido sobreponerse a las adversidades de la vida para salir adelante y ser hoy personas de bien.
A través del teléfono, cuya voz se confunde con el bullicio de menores disfrutando de la playa Huanchaco, indica que es una mujer afortunada por tener muchísimos hijos, de diversas edades y en diferentes partes del mundo, a quienes quiere con la misma intensidad del primer día que los tuvo a cargo.
Narra que su acercamiento al trabajo con menores en situación de vulnerabilidad comenzó cuando asumió el cargo de consejera regional accesitaria por la provincia Santiago de Chuco el 2003. Su labor fue coordinar con instituciones, empresas y personas de buena voluntad para atender los casos de desprotección infantil.
“Llevo en el Inabif seis años y agradezco a Dios por esta oportunidad que me ha permitido conocer a mucha gente, de ayudar y orientar a quienes necesitan, de brindar un abrazo, techo, cariño o un pan a los desprotegidos. Por eso siento que, de alguna manera, represento a la población vulnerable de Trujillo y con gusto acepto la distinción a nombre de ellos”, refiere.
Maestra del nivel Inicial graduada en el Instituto Pedagógico Santo Tomás de Aquino (Trujillo), Castillo Martell, antes de su llegada al Inabif, dirigió durante 13 años la Aldea Infantil del Gobierno Regional de La Libertad.
“Al momento de recibir la distinción pensé también en mi madre, que hoy tiene 90 años, porque fue quien me enseñó desde niña a luchar ante la adversidad, a no arriar mis sueños por mi condición de mujer y ayudar a quien lo necesita”, acota.
Hablar de su madre le provoca recitar un fragmento del poemario Trilce de Vallejo. Como buena santiaguina se anima y dice: “Madre, me voy mañana a Santiago, a mojarme en tu bendición y en tu llanto”.
Sustenta que ese verso encaja el sentir de quien necesita estar acompañado, querido, rodeado de efecto. Recuerda que una de sus tantas hijas, después de algunos años de haber salido del albergue, le confesó: “cada vez que te ibas me llenaba de angustia y para calmarme cerraba los ojos, sentía el olor de tu piel y me dormía pensando que al otro día regresarías”.
“Eso lo explica todo, como personas nos necesitamos unos a otros para confiar, reír, cantar, amar. Allí está el mejor homenaje que uno pueda recibir, el saber que hicimos algo para cambiar vidas, como hacemos en los Centros de Atención Residencial del Inabif: prodigar amor”, concluye.
(Nota de prensa INABIF)
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