Trujillo en Línea. – Cada verano, miles de jóvenes se preparan con ahínco para postular a la universidad y enfrentarse al temido examen de admisión, el cual despierta gran angustia entre quienes postulan, incluida su familia. ¿Existen estrategias que reducen la ansiedad de este proceso? ¿Qué papel deben jugar los padres? Una experta en psicología responde estas preguntas.
“La etapa de postulación a la universidad es un proceso de tránsito y, como todo proceso de cambio, implica cerrar bien lo anterior para estar en las mejores condiciones para lo siguiente. Es fundamental diferenciar aquí que el protagonista es el joven y no la familia”, manifestó Roxana Miranda Enrico, jefa de la carrera de psicología Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM).
La especialista detalló que teniendo clara esta realidad será más fácil identificar cuáles son los roles de cada integrante de la familia, especialmente los padres, que son parte también de la ecuación para alcanzar el éxito en la postulación.
Dialogar en calma
Para comenzar, la experta destaca que las familias deben conocer a sus hijos para ayudarlos en base a sus características esenciales, porque cada joven es distinto.
“El diálogo es fundamental y la ayuda debe ser desde lo que él o ella necesitan. Por tanto, necesito que tú, mi hijo o hija, me digas en qué puedo apoyarte. No es tan simple, porque hay muchas tensiones, muchas ansiedades, muchos temores, muchas ilusiones y expectativas, pero es importante abrir los espacios de diálogo en calma, siempre en calma”, recomendó.
Pidió ser conscientes de la realidad, con optimismo, pero sin perder de vista qué tan factible podría ser ingreso a la universidad. “El tú puedes no nos convence. Hay que mirar el tema desde la realidad, pero acompañando desde la necesidad”.
Tradición familiar
Ante la exigencia de estudiar una carrera que es parte de una tradición familiar, la magíster en psicología sugirió a los padres renunciar a esta idea, teniendo claro que aquí la protagonista no es la familia, sino el joven. "Habrá que pasar por el duelo, pero el camino lo hace él o ella”.
¿Cómo debe ser el hogar del postulante?
Primero debe primar la honestidad y aceptar que se trata de una etapa de tensión para todos y que cada uno lo manifestará desde su forma de ser, desde su personalidad.
Pide entender que el joven requiere de un acompañamiento, pero también de distancia.
“No hay que estar sobre ellos de manera total, pero sí atentos a sus necesidades, a sus señales. De repente, ayudarlos a organizar tiempos, cuando no son muy organizados, pero no forzarlos. Es fundamental el diálogo y la comprensión del momento”.
Advierte que en este proceso hay mucho estudio y esfuerzo, pero sin olvidar el descanso.
“No solamente es estudio, trabajo, enfoque; hay que lograr un balance entre diferentes actividades: pausas, cambiar de temáticas, organizarse, tener momentos de recreación. Es indispensable cuidar la salud, cuidar la alimentación, el encuentro social”.
¿Qué se debería evitar?
Partiendo de que cada joven es único y cada familia es distinta, la psicóloga recuerda que no hay una fórmula estándar para todos; sin embargo, en todos los casos deben evitarse los mensajes de presión sobre el postulante.
Frases como “estoy esperando que respondas de acuerdo con mi expectativa” “acuérdate que hemos hecho un esfuerzo bárbaro para que tu ingreses”, solo complican la cabeza de los jóvenes. Deben descartarse además los mensajes en una sola dirección, que no ofrecen opciones e impiden la liviandad necesaria para prepararse ante un examen de admisión.
Si el joven tiene problemas de ansiedad, es importante reconocerlo y abrir un espacio de diálogo, donde se converse sobre lo que le preocupa.
“A veces se da por sentado que uno sabe qué siente, qué le pasa. Hay preguntar. ¿Quién te atemoriza? ¿Qué te preocupa? ¿Qué es lo que estás sintiendo que no puedes manejar?, ¿Dónde están las cosas fuertes? ¿Que sientes que puedes hacer? ¿Dónde no? ¿Dónde necesitas apoyo? No cuestionarlo o criticarlo en base a suposiciones”.
¿Qué pasa si no ingresa?
Roxana Miranda recomienda tener siempre un plan previo que sirva de guía y nos prepare para los posibles resultados: ingrese o no ingrese.
La especialista pidió tener claro que en un examen de admisión no es una prueba de vida.
“Esta prueba no define quien soy como persona. Mide solo un aspecto, una actividad y una tarea puntual en un momento determinado. Entonces, uno no se define por ese resultado. Acto seguido, hay que analizar cuáles son las variables que pudieron haber afectado más. Pudo haber estado sumamente preparado y hacer los ensayos necesarios, pero al momento del examen se puse nervioso, y no lo logró porque lo traicionó la ansiedad.”
Todo debe analizarse sin apasionamientos y culpas.
¿Postula ya mismo o espera el siguiente examen?
Esto dependerá de una conversación entre los padres y el joven, midiendo el impacto de no haber ingresado y cuánto tiempo necesitará para recuperarse y volver a enfrentar una prueba de ese tipo.
“Algunos dirán vamos de una vez y otro pensarán necesito un tiempito para poner en orden todo lo que ha pasado”.
La psicóloga sugirió, a las familias donde se logró el ansiado ingreso, no abandonar a sus hijos en el proceso de adaptarse a una nueva realidad.
“Muchos padres creen que, con el ingreso todo se resuelve, pero este proceso también requiere acompañamiento. El cambio de espacio físico, de normas, de sistemas de evaluación, de clase, de autonomía puede afectar a los jóvenes y hacer que los ciclos sean muy difíciles. Es fundamental que el acompañamiento continúe”, indicó. (Andina)
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