Jueves, 13 Junio 2019 - 7:30pm
Trujillo en Línea.- El Papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, trajo el mensaje "De las comunidades de redes sociales a la comunidad humana" para la Jornada Mundial de las Comunicaciones de 2019, con epígrafe de Efesios 4,25: "somos miembros unos de los otros".
En época de conexiones en red digitales, con la incidencia de mentiras ampliamente distribuidas por aplicaciones en celulares y computadoras, Papa Francisco trae la importancia de la verdad y de la palabra como construcción humana. Y más que eso, refuerza el sentido de comunidad, la importancia del tejido social común al que pertenecemos.
Destaca el ambiente inmersivo de las comunidades digitales, que trajo la percepción de ser activos, actuantes y complementarios en el proceso comunicacional, para destacar la conciencia de la responsabilidad social que ahora tenemos como comunicadores para la comunión.
"Todos somos miembros de un mismo cuerpo" puede relacionarse con la comprensión del "medio es el mensaje" que el filósofo canadiense Marshall McLuhan utiliza en los años 1960 para explicar la inmersión de un ambiente comunicacional.
Para el teórico de la comunicación, cada medio tiene características propias, y esas que definen el mensaje, el contenido a ser transmitido. McLuhan es el primero en indicar que las características del medio influyen - o incluso determinan - un contenido.
Con las tecnologías digitales y con Internet, a finales de los años 1990, debido a las características del nuevo ambiente de comunicación ser inmersivo y potenciar el inmediatismo, la comunicación síncrona y una composición narrativa no lineal, rompiendo con la lógica del "contar historias", con el contexto de una información, Marshall McLuhan fue revisitado por los estudios de la comunicación.
Ahora, estamos en ambientes inmersivos en que percibimos la acción del otro, en que tenemos la respuesta inmediatamente, en que somos productores de contenidos y responsables de este contenido (editores). La comunicación se efectúa no solo con alguien que produce (el periodista, el comunicador) y las personas en general consumiendo.
Con la instantaneidad de la interactividad, tenemos la posibilidad de complementar, de añadir, de producir y replicar informaciones, contenidos para nuestros amigos, familia, comunidad.
Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos en comunidad? Somos comunidades físicas y virtuales en las redes sociales. Una comunidad, en términos sociológicos, se establece cuando las personas poseen sentimiento de pertenencia, reconocen una territorialidad (geográfica o simbólica), tienen sentido de permanencia, hay una conexión entre sentimiento de comunidad, carácter cooperativo y la emergencia de un proyecto común, desarrollan formas propias de comunicación y el colectivo tiende a la institucionalización.
Al pensar en las comunidades virtuales, las que somos al actuar en redes sociales, en aplicaciones y plataformas conectadas en internet, hay dos conceptos que debemos considerar, el de la tribalización, del propio Marshall McLuhan, y el de la socialidad, del filósofo francés Michel Maffesoli.
En las comunidades digitales, somos grupos efímeros, con permanencia relativa. La noción de permanencia pasa a ser la de constitución de la tribu asociada a una determinada acción. La tribu, el grupo, la comunidad se constituye en el momento y para la acción determinada. Al concluirla, se separa y cada cual sigue con su cotidiano, actuaciones y valores, el tejido social que se estabiliza es efímero.
También no hay jerarquización en las relaciones, el reconocimiento por la comunidad ocurre por la participación, por la contribución a la acción. Los vínculos son frágiles, si la red social no desarrolla un carácter cooperativo, idealmente solidario, y actúa en pro de objetivos comunes, no se constituye comunidad.
En las acciones y movimientos que parecen únicos, con el distanciamiento físico dado poChimbote en Línea.- El Papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, trajo el mensaje "De las comunidades de redes sociales a la comunidad humana" para la Jornada Mundial de las Comunicaciones de 2019, con epígrafe de Efesios 4,25: "somos miembros unos de los otros".
En época de conexiones en red digitales, con la incidencia de mentiras ampliamente distribuidas por aplicaciones en celulares y computadoras, Papa Francisco trae la importancia de la verdad y de la palabra como construcción humana. Y más que eso, refuerza el sentido de comunidad, la importancia del tejido social común al que pertenecemos.
Destaca el ambiente inmersivo de las comunidades digitales, que trajo la percepción de ser activos, actuantes y complementarios en el proceso comunicacional, para destacar la conciencia de la responsabilidad social que ahora tenemos como comunicadores para la comunión.
"Todos somos miembros de un mismo cuerpo" puede relacionarse con la comprensión del "medio es el mensaje" que el filósofo canadiense Marshall McLuhan utiliza en los años 1960 para explicar la inmersión de un ambiente comunicacional.
Para el teórico de la comunicación, cada medio tiene características propias, y esas que definen el mensaje, el contenido a ser transmitido. McLuhan es el primero en indicar que las características del medio influyen - o incluso determinan - un contenido.
Con las tecnologías digitales y con Internet, a finales de los años 1990, debido a las características del nuevo ambiente de comunicación ser inmersivo y potenciar el inmediatismo, la comunicación síncrona y una composición narrativa no lineal, rompiendo con la lógica del "contar historias", con el contexto de una información, Marshall McLuhan fue revisitado por los estudios de la comunicación.
Ahora, estamos en ambientes inmersivos en que percibimos la acción del otro, en que tenemos la respuesta inmediatamente, en que somos productores de contenidos y responsables de este contenido (editores). La comunicación se efectúa no solo con alguien que produce (el periodista, el comunicador) y las personas en general consumiendo.
Con la instantaneidad de la interactividad, tenemos la posibilidad de complementar, de añadir, de producir y replicar informaciones, contenidos para nuestros amigos, familia, comunidad.
Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos en comunidad? Somos comunidades físicas y virtuales en las redes sociales. Una comunidad, en términos sociológicos, se establece cuando las personas poseen sentimiento de pertenencia, reconocen una territorialidad (geográfica o simbólica), tienen sentido de permanencia, hay una conexión entre sentimiento de comunidad, carácter cooperativo y la emergencia de un proyecto común, desarrollan formas propias de comunicación y el colectivo tiende a la institucionalización.
Al pensar en las comunidades virtuales, las que somos al actuar en redes sociales, en aplicaciones y plataformas conectadas en internet, hay dos conceptos que debemos considerar, el de la tribalización, del propio Marshall McLuhan, y el de la socialidad, del filósofo francés Michel Maffesoli.
En las comunidades digitales, somos grupos efímeros, con permanencia relativa. La noción de permanencia pasa a ser la de constitución de la tribu asociada a una determinada acción. La tribu, el grupo, la comunidad se constituye en el momento y para la acción determinada. Al concluirla, se separa y cada cual sigue con su cotidiano, actuaciones y valores, el tejido social que se estabiliza es efímero.
También no hay jerarquización en las relaciones, el reconocimiento por la comunidad ocurre por la participación, por la contribución a la acción. Los vínculos son frágiles, si la red social no desarrolla un carácter cooperativo, idealmente solidario, y actúa en pro de objetivos comunes, no se constituye comunidad.
En las acciones y movimientos que parecen únicos, con el distanciamiento físico dado por las tecnologías, con el uso del anonimato, con la falta de reconocimiento de figuras que poseen conocimiento o autoridad, muchas veces las personas en red social olvidan estar en comunidad, de la relevancia del contexto social y de la importancia de la palabra manifiesta.
Otra complejidad que se manifiesta en los ambientes cibercultura, aquellos que necesariamente provienen de tecnologías digitales conectadas en red, es la propia estructura en red. Una estructura en que cada persona / computadora / celular constituye un nudo, un punto de producción de contenido conectado, vinculado a los demás por rasgos sociales y conexiones tecnológicas.
Una red social es una estructura compuesta por personas u organizaciones, conectadas por uno o varios tipos de relaciones, que comparten valores y objetivos comunes. Una de las características fundamentales en la definición de las redes es su apertura y porosidad, posibilitando relaciones horizontales y no jerárquicas entre los participantes. "Las redes no son, por lo tanto, sólo otra forma de estructura, pero casi una no estructura, en el sentido de que parte de su fuerza está en la habilidad de hacerse y deshacer rápidamente", afirma el investigador Fábio Duarte, en "El Tiempo de las Redes".
Las redes sociales existen desde que la humanidad se constituyó como sociedad, con la familia, la escuela, el club, los grupos de interés. Las plataformas de redes sociales son las tecnologías que posibilitan un crecimiento exponencial de las redes sociales, con el inmediatismo de la interacción y la potencialidad del alcance.
Traían la percepción de que vivimos en un mundo conectado, en el cual no hay distanciamiento entre las personas, reposicionando la noción de alteridad. El estudio "Los seis grados de separación" realizado en 1967 en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, mostró que el grado de distanciamiento entre dos personas en el mundo era como máximo seis personas entre ellas. Es decir, al escoger a cualquier persona, por más lejos que pueda parecer de sí, al mapear a sus amigos, encontrará hasta seis personas en lazos de amistad directa.
Eso en el mundo físico. Con las plataformas de redes sociales, en el ambiente virtual, ese número cae a 4,67 (Twitter), 4,7 (Facebook) y 3,0 (LinkedIn). Tales estudios demuestran que lo diferente no está lejos, está a un clic, y al máximo con cuatro personas conocidas entre ellos.
Vivimos en una sociedad en red, como dijo el profesor español Manuel Castells a finales de los años 1990. Una sociedad en la que quien conoce la topología de las redes logra actuar de la mejor forma posible. Es lo que ocurrió en estos últimos años, con los más diferentes movimientos, resultando en el direccionamiento de las personas para acciones de interés. Algunos ejemplos son la Primavera Árabe en 2011, las manifestaciones en las calles y en las redes a partir de 2013 en Brasil y Argentina, la salida del Reino Unido de la Unión Europea (EU - Brexit - British exit), en 2016, y en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y Brasil, en 2016 y 2018. Se constituyeron “Redes de indignación y esperanza”, como también indicó Manuel Castells al analizar la Primavera Árabe, los Indignados en España, el movimiento Occupy, en Estados Unidos, Islandia, Túnez, Egipto.
En este escenario, aunque los contextos divergían, la crisis era la misma, las personas no confiaban más en las instituciones públicas y buscaban nuevas formas de participación en la vida política. Para Castells, esos movimientos tienen características en común, como conexión y comunicación horizontales; ocupación del espacio público urbano; creación de tiempo y espacio propios; ausencia de liderazgos y programas; aspecto a la vez local y global. Todo ello, observa el autor, propiciado por el modelo de internet.
Ya en su libro "Linked: como todo está conectado a todo y lo que significa eso para los negocios, la ciencia y la vida cotidiana", el físico rumano y profesor del Centro de Investigación en Redes complejas de la Universidad Northeastern, en Estados Unidos, Albert -Laszló Barabási analiza cómo el cristianismo evolucionó de un pequeño grupo a los 2,18 mil millones de personas en el mundo de hoy.
Para el teórico, ese aumento ocurre por la comprensión por parte del apóstol Pablo de que el mensaje necesitaba ser esparcido, difundido y de cómo utilizó sus conocimientos de redes sociales para divulgar las enseñanzas de Jesucristo y convertir a innumerables personas.
Barabási identificó que San Pablo mapeó los principales centros comerciales y empezó a trabajar para crear puentes de conexión entre las comunidades de los primeros cristianos.
Después de la muerte de Jesucristo, Su Palabra caminó aproximadamente 16.100 kilómetros en 12 años, llegando a las principales ciudades de la antigüedad. El apóstol Pablo utilizó tanto la teología como el conocimiento de redes sociales de forma efectiva e igualitaria, para crear la mayor comunidad de su era, con personas y comunidades en que la Palabra y las enseñanzas podrían germinar y ser oídas de forma efectiva.
El teórico hace el paralelo de la acción de Pablo Apóstol con el chico hacker que derribó la internet al entrar en los principales sitios comerciales en 2000, y pregunta: a la luz de la teoría de las redes, ¿qué tienen en común? "Ambos son maestros de las redes". Afirma que la clave de su éxito fue la existencia de una compleja red que ofreció un medio efectivo para sus acciones, y lo lograrán porque todos estamos conectados.
Así, en un contexto social en cual estamos todos conectados, próximos y podemos hablar, informar, comunicar, nuestra responsabilidad como comunicadores se acentúa. ¿Seremos maestros de redes o reproduciremos contenidos de acuerdo con algún interés? ¿Cuál es nuestro grado de autonomía para actuar en los ambientes digitales? ¿A qué valores nos vinculamos, replicamos y qué estrategias utilizamos?
Desde 2013 fuertemente en Brasil, y también en América Latina, grupos contrarios se vienen estableciendo en las redes sociales. Con el proceso político que el país pasó, el impedimento de la presidenta electa, el gobierno del vice y las elecciones mayoritarias que siguieron, acciones de odio, estrategias de uso de datos secundarios, así como mentiras (fake news) fueron ampliamente difundidas en las redes sociales. Estamos en una situación polarizada en que la agresión, la rabia, el odio se ha manifestado.
Las burbujas contrarias utilizando la misma estrategia de agresión y exclusión, sin racionalidad, análisis histórico o contextual han llevado a muchos a alejarse de las redes sociales. Tal vez la exacerbación de sentimientos contradictorios venga a llevar a las personas a considerar nuevamente la importancia del contacto interpersonal, de los encuentros físicos.
Desde diciembre de 2018, 51,2% de la población mundial accede a la red mundial de computadoras y también más de la mitad del mundo no lo conoce sin internet.
(Por Caru Schwingel - Artículo publicado en la revista digital de SIGNIS ALC)
VER TEXTO COMPLETO AQUÍ https://bit.ly/2KTea4W
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