Trujillo en Línea.- El desear convertirnos en los mejores amigos de nuestros hijos es un mito que debe ser desterrado si buscamos que ellos sean personas de bien. Una especialista nos ayuda a entender las razones y nos da recomendaciones para evitar que caigan en riesgos sociales que los pongan en peligro.
Entrevista a Maritza Figueroa Fernández, doctora en psicología, docente de postgrado en la Universidad San Marcos.
¿Por qué los padres de familia no deben insistir en ser amigos de sus hijos?
El ser amigo de los hijos no es, de ninguna manera, la prescripción psicológica para prevenir comportamientos delictivos en ellos, es más, si esto está ocurriendo es que se han perdido lamentablemente el rol de padre de familia. Los padres pueden ser amigables, personas en quienes se pueda confiar, pero ser amigos no. Eso supone un trato de igual a igual, de tú a tú. Los padres son quienes conocen la vida, los que forman y ponen las reglas, son el referente para un hijo. No debe haber una relación de paridad como el que tiene el hijo con su amigo. Yo no puedo aspirar a irme a tomar unos tragos con mi hijo, pensando en que así me haré más amigo de él.
¿Cuál es la mejor manera de influir positivamente en nuestros hijos?
La clave es saber escucharlos, los padres debemos marcar la diferencia promoviendo la comunicación, que es en realidad el espacio más trascendente para reforzar valores, y también el más importante para que los adolescentes discutan comportamientos diversos que puedan ser de riesgo para ellos, como por ejemplo el consumo de drogas, la incursión en actos delictivos, entre otros.
¿Cómo debe ser la comunicación entre padres e hijos?
Comunicarse es hablar en principio, pero hablar con los hijos no quiere decir recordarle solo las reglas, o criticarlos, o decirles cómo deben actuar, o recriminarlos, eso no es hablar con los hijos. Una buena comunicación es saber escucharlos básicamente, darnos tiempo para aquello que, por más intrascendente que nos parezca, resulta ser importante para nuestros hijos. Permitirles que nos hablen del último modelo de teléfono celular que hay, o de lo que hicieron en alguna salida con los amigos. Desde el punto de vista de los valores, esto no tendría importancia alguna, pero sí nos permitirá ganarnos la confianza de ellos, quienes encontrarán en el papá o la mamá a unos interlocutores seguros para tratar cualquier otro tema por muy espinoso que parezca.
¿Debemos controlar más a nuestros hijos o darles más libertad?
Siempre hay una controversia en ello, la libertad siempre será necesaria en todo sentido de la vida , la libertad nos lleva a tomar decisiones propias, pero eso no tiene nada que ver con las reglas, normas y valores que siempre deben existir, y eso no significa un control irrestricto. Nuestros hijos deben tener claro qué pueden hacer y qué no, y los padres no podemos darle a la libertad una prerrogativa ilimitada. Hay diferencia entre actuar con libertad y actuar sin límites, las reglas deben ser las básicas y las ponen los padres de familia quienes enseñan a los hijos y ayudan a construir para identificar lo que está o no mal.
Pero hoy en día nuestros hijos reclaman más libertad
Desde mediados del siglo pasado hay corrientes que pretenden darnos nociones distorsionadas de la libertad, y algunos caemos en ello a fin de no generar traumas en la crianza de los hijos. Las reglas básicas que tenemos que poner los padres no va por las costumbres o la moda, o decirle a nuestros hijos no te pongas ese vestido, o no te hagas un piercing, eso no es trascendente. Una regla básica y que no atenta contra la libertad es el respeto a los padres por ejemplo, hay una autoridad que el chico debe reconocer en el padre y la madre. Decir la verdad, aún cuando se cometan errores, los adolescentes están en crecimiento y cometen errores, pero la regla debe ser no mentir. No insultarse, el padre siempre debe recordar que está educando con el ejemplo.
¿Ponerle mano dura a nuestros hijos contribuye a que se alejen de actos delictivos?
Definitivamente el comportamiento humano necesita de una regulación para que haya una buena convivencia social, y esa regulación empieza en la familia, con la manera en que los padres se comporten frente a los hijos. La mejor mano dura para ellos debe ser conservar una buena comunicación, respetar las inquietudes de nuestros hijos adolescentes sin criticarlos, no adoptar posiciones extremistas, no entrar en confrontaciones, el adolescente obedecerá y seguirá un ejemplo de conducta moral sólo cuando se sienta bien con sus padres, si no, no les hará caso. Cuando los hijos se sienten más queridos y más atendidos, entonces la obediencia llega de la mano.
¿Cómo actuar frente a la mala influencia de los amigos de nuestros hijos?
Si identificamos que existen adolescentes que tienen malas influencias en nuestros hijos hay que procurarles otros ambientes de inmediato, la presión es muy grande de los amigos, se les debe sacar de ese entorno y llevarlos a espacios de recreación diferentes, cambiar de barrio, si es posible. Cuando nuestros hijos adolescentes mantengan amistades antisociales o de dudosa conducta, los padres deben actuar correctivamente cuanto antes. Pero si se ha cuidado antes la relación entre padres e hijos, la posibilidad de la mala influencia siempre será menor. La mala influencia de los amigos se da cuando los padres no supervisan a los hijos, cuando los papas pelean y hay un abandono, porque están en conflicto entre padres o cuando hay abuso y maltrato hacia los hijos, en esos casos, todo puede suceder. (Fuente: Andina)
(Foto referencial-Internet)
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